Salidas de Campo

Éstas son las Salidas de Campo realizadas por el COA La Plata

sábado, 21 de agosto de 2010

Salida a Ceibas, Entre ríos - agosto 2010

Como no sé hacerme rogar y me han dado una fama inmerecida de prosista les mando un pequeño resumen de lo vivido por el grupo en este viaje a Ceibas, para mí el primero.

De más está decir que la organización fue perfecta, las recomendaciones brillantes, aparecimos por 7 y 53 a eso de las 5 de la mañana y éramos 4 que miramos el cielo y nos dijimos por ahí llueve y no hace tanto frío. Pronto íbamos a saber que nos equivocamos con ambos pronósticos.

A eso de las 5 y cuarto, y luego de preguntarnos por Mariel (habíase dormido) la vimos llegar en un jet gracias a Dante (lástima que vendió la moto).

Así arrancó Gustavo, nuestro chofer amigo, hacia los pagos de Rafa, con varios ya acomodándose para la dormida. En la Av. Antártida subió Federico, quien está pata a pata con Holger en esto de la locuacidad.

En el Centenario nos pasamos y retornamos gracias a Guille y su GPS. Subieron Rafa y su grupo y tomaron posesión el fondo del micrito, zona que llamaremos desde ahora “la matera de Suyai”. A mi lado se ubicó José Luis, con quien compartimos un monólogo a dos voces, mientras íbamos a la Capital con parada en Hudson, donde estaba Cristina congelada en el peaje.

Virginia y su amiga Mary Luz subieron en la 9 de Julio y, completado ya el pasaje, encaramos para Zárate. Unas gotas sobre el parabrisas fué la única lluvia del camino, con poco tránsito a esa hora. Nos llamó la atención la cantidad de hoteles iluminados y con nombres exóticos en la autopista, creo que uno era Los sueños de Babilonia que alguien dijo conocer, en fin, todo es cultura.

Ya amaneciendo aparecieron los mates y los cubos de torta rica que engullimos rápidamente con matecitos calientes. Ya se veía la escarcha en los campos cuando cruzamos el puente en Entre Ríos, y no imaginé lo que venía. En un rato en un camino rural en Ceibas, paramos la combi y nos largamos a caminar emponchados.

El frío cortaba la piel a pesar de los interiores térmicos, en mi caso altos y bajos.

Ateridos pero liderados por Mariel y sus intrépidos, encaramos la huella y comenzó una cacería de spp., por supuesto por obra y gracia de nuestros mejores marcadores como Walter, José Luis, Rafa, Martín, Mariel, etc.

Y ahí desfilaron ante los prismáticos y cámaras mis primeras monjitas y crestudos y mas de 90 spp. que ya listará alguien más avezado.

Estábamos ya casi congelados, tanto que la memoria me falla pero creo haber visto la combi como un espejismo y ahí fuimos, yo a buscar mis guantes y Rafa la campera, polar, guantes, etc. lo que habla de su origen siberiano y de su juventud, y todos a su manera se reemponcharon grueso. Guille reforzó su tradicional boina naranja tejido artesanal que nos permite ubicarlo fácilmente aún con neblina. Creo recordar que nos picaban las manos tipo sabañón, y que alguien me alcanzó una tapa de termo con cacao calentito! gracias Maryluz! y ahí revivimos, mientras el chofer nos miraba con cara extrañada, seguro pensaba están un poco loquitos.

Lo cierto es que reanudamos la marcha y ya con más confianza y en varios grupetes encontramos todo tipo de aves, el grupo más avanzado nos dejaba mensajes en la tierra tales como “acá cacholote bermellón” y una flecha que apuntaba al campo, seguro pensaban en el congelamiento de la aves y la escena, y no estaban tan errados.

Debo mencionar dos impecables referentes: uno el Rafa con sus descripciones de cada ave tales como “faja alar ocrácea” y “marrón mimético” (color que yo no tenía), y Mariel siempre con una imitación de canto que ha desplazado los MP3 por la vivacidad interpretativa, que incluye mímica y aleteo, y que repite a mi requerimiento.

Virginia se mandaba sóla y fotografiaba todo con una pose profesional, lo que me intrigó sobremanera, hasta que supe al final del día que estaba probando su cámara y ahí me dio valiosos consejos de fotografía.

Así desfilaron ante nuestros ojos garzas varias, hocó, cigüeñas, halcones, tacuaritas y pepiteros, celestino, y por que no mencionarlos nuestros queridos vacunos autóctonos Angus, Hereford y Shorthorn, de las estancias cercanas (la Azotea y Las Rosas) que le señale a Holger como el orgullo nacional, mientras éste sin hablar extrajo una libreta negra en la que anotó algo y la guardó, previo ajuste con una banda elástica, también negra, lo que habla de su meticulosidad científica.

Llegaba la hora de un almuercito y el cielo se despejaba pero con un viento sureste que te cortaba, y aun así se decidió un picnic en la ribera de un arroyo donde el reparo nos cobijaba. Guille encendió su cocinilla Brogas, y su verba relatando un cuento al que llegué tarde, concentrado en masticar unos de miga con mate.

Repuestos de la segunda caminata y cargados los termos, nos fuimos al río en la combi y allí disfrutamos del panorama y la ranchada local, incluyendo varios lechones y corderos enternecedores, pero que nos sugirieron un festín al asador.

En una de las casas se destacaban varias jaulas y en una un federal de buen tamaño, fuimos lo miramos y nos rajamos, evitando comentarios en la sospecha de que podría desatarse una represalia de los naturales. No hay como jugar de local.

La caminata se prolongó hasta encontrar en un árbol un caburé chico, que nos miraba de ambos lados. Desde ahí fuimos a tomar la combi para llegar casi al camino y allí vimos patos, jacanas, cigüeñas y creo que un mirasol que seguro esperaba el astro tan esquivo como él.
Nos llamó la atención la cantidad de peces muertos flotando en el arroyo y pensamos en pasteras y glifosatos, me acordé de la murga uruguaya que canta al río Uruguay contaminado y habla de caballos fosforescentes.

Agotamos algunas galletitas y en el envase fueron unas plumas para identificar.

A las 18hs subimos al transporte y encaramos la ruta, muchos durmiendo, recargamos termos y escuchando al Pincha rehicimos el camino, plenos de oxigeno y verde escarchado, convencidos de haber tenido una experiencia maravillosa, por el lugar y los amigos que ya son como hermanos, que tanto dan una mano como ponen la oreja para que éste se las llene de palabras.

Gracias por aguantarme y darme tantas alegrías.
Espero que lo tomen con humor.

Comentario: Jorge Alvarez
Fotos: Rafael Gonzalez, Graciela Gulino, Martín Arregui y Jose L. Lamela
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